Actividad física
y disminución de estrés
en la etapa escolar
Gilson Dos Santos P. y colaboradores | Licenciatura en Psicología | Parte 2/4
3. Desarrollo psicosocial
en la niñez intermedia
El yo en desarrollo
El crecimiento cognoscitivo
que ocurre durante la niñez
intermedia permite que los niños
desarrollen autoconceptos
más complejos y comprendan
y controlen sus emociones.
En la niñez intermedia los
juicios, los juicios sobre el yo
se vuelven más realistas, equilibrados,
completos y se expresan
de manera más consciente
(Harter, 1996, 1998).
Los niños cuentan ahora
con la capacidad cognoscitiva
para formar sistemas representacionales:
autoconceptos
amplios y generales que integren
diferentes aspectos del yo
(Harter 1993, 1996, 1998).
“En la escuela siento que
soy muy buena en ciertas
materias, artes del lenguaje
y estudios sociales”, comenta
Lisa, de ocho años. Pero siento
que soy muy mala para la aritmética y las ciencias,
sobre todo al ver cómo les
va a otros niños… Pero me
agrado como persona, pues
la aritmética y las ciencias
no son tan importantes para
mí. Es más importante como
me veo y lo popular que soy
(Harter, 1998, p. 208)
Autoestima
Según Erikson (1982), un
factor determinante de la autoestima
es la percepción que
el niño tiene de su capacidad
para el trabajo productivo. La
disyuntiva que debe resolver
en la crisis de la niñez
intermedia es la industriosidad
versus inferioridad. La
“virtud” que se gesta con la
resolución exitosa de esta
crisis es la competencia, darse
cuenta de que uno es capaz de
dominar habilidades y realizar
ciertas tareas.
Un factor que contribuye
de manera importante a la
autoestima es el apoyo social;
en primer lugar, de los padres
y los compañeros de clases y,
luego, de los amigos y maestros.
¿El niño les agrada e
interesa? ¿Lo tratan como a
alguien que les importa y que
tiene cosas valiosas que decir?
Crecimiento emocional
Conforme crecen los niños,
son más conscientes de sus
sentimientos y de los de otras
personas. Regulan mejor sus expresiones emocionales en
situaciones sociales y responden
a las angustias emocionales
de los demás (Saarni et
al., 1198)
En la niñez intermedia,
los niños se vuelven
más empatitos y tienden al
comportamiento prosocial.
Esta conducta es un indicio
de adaptación positiva. Los
niños prosociales suelen
actuar apropiadamente en
las situaciones sociales, están
relativamente libres de emociones
negativas y afrontan los
problemas de manera constructivas
(Eisenberg, Fabes y
Murphy, 1996).
El control de las emociones
negativas es un aspecto del
crecimiento emocional. Los
niños aprenden a conocer
lo que les enoja, atemoriza o
entristece y cómo reaccionan
las personas a la manifestación
de esas emociones;
además, aprenden a adaptar
su conducta en consecuencia.
También asimilan la diferencia
entre tener una emoción y
expresarla.
En la niñez intermedia, los
niños son muy conscientes de
“reglas” de su cultura respecto
a las manifestaciones emocionales
(Cole, Bruschi y Tamang,
2002). Los padres comunican
estas reglas culturales por
medio de sus reacciones a los
sentimientos que manifiestan
los hijos.
El niño en la familia
Los niños en edad escolar
pasan más tiempo fuera de
casa que cuando eran más
pequeños y están cada vez
menos cerca de los padres
(Hofferth, 1998). Los niños pasan
más tiempo en la escuela
o en actividades organizadas.
Cuentan con menos tiempo
libre para juegos no estructurados
y actividades al aire
libre. Buena parte del tiempo
que pasan juntos padres e
hijos se centra en la consecución
de determinadas tareas: ir
de compras, preparar alimentos,
limpiar la casa y hacer los
deberes escolares (Hofferth y
Sandberg, 1998). Sin embargo,
el hogar y quienes lo habitan
siguen siendo una parte importante
en la vida de un niño.
Atmósfera familiar
Las influencias más importantes
del entorno familiar
en el desarrollo de los niños
provienen de la atmósfera que
impere en su hogar. ¿Ésta es
de apoyo y cariño o es conflictiva?
¿La familia cuenta con
dinero suficiente para satisfacer
las necesidades básicas?
Con frecuencia, estas dos facetas
de la atmósfera familiar
se interrelacionan.
La niñez intermedia es
la etapa de transición de la
corregulación, en la que los
padres e hijos comparten el
poder: los padres supervisan,
pero los hijos ejercen una
autorregulación continua
(Maccoby, 1984). Respecto a
los problemas con los compañeros,
por ejemplo, los
padres ahora se basan menos
en el manejo o la supervisión
directa de esas situaciones y
consultan y conversan más
con los hijos (Parke y Buriel,
1998). Los niños son más
aptos para seguir los deseos
o el consejo de sus padres
cuando reconocen que éstos
son justos y se preocupan
por el bienestar de los hijos, y
que seguramente “saben más”
por su experiencia. También
ayuda el hecho de que los
padres tratan de deferir al
juicio maduro de sus hijos y
adopten posturas enérgicas
sólo sobre asuntos importantes
(Maccoby, 1984).
Es posible que la forma en
que padres e hijos resuelvan
sus conflictos sea más
importante que los resultados
específicos. Si el conflicto
familiar es constructivo, ayuda
a que los niños se den cuenta
de la necesidad de que haya
reglas y normas de comportamiento.
También aprenden a
reconocer cuáles son las cosas
que vale la pena discutir y que
estrategias son eficaces para
ello (A. R. Eisenberg, 1996).
El niño en el grupo de pares
El grupo de pares entra en
escena durante la niñez intermedia.
Los grupos se forman
de modo natural; por ello los
grupos de pares consisten a
menudo en niños del mismo
origen racial o étnico y de
condición socioeconómica similar.
Los grupos normalmente
están integrados sólo por
niñas o niños (Hartup, 1992).
Los menores del mismo sexo
tienen intereses comunes. Por
lo general las niñas son más maduras que los niños, y chicas
y varones juegan y planifican
entre si en forma distinta.
Los grupos del mismo sexo
ayudan a los niños a aprender
conductas apropiadas para su
género; asimismo, incorporan
los papeles de género en
su autoconcepto (Hibbard y
Buhrmester, 1998).
Efectos positivos y negativos
de la relaciones con los pares
Los niños se benefician
al hacer cosas con los pares.
Cultivan las habilidades
necesarias para la sociabilidad
y la intimidad, mejoran
sus relaciones y adquieren
un sentido de pertenencia.
Están motivados por alcanzar
cosas y alcanzan su identidad.
Aprenden habilidades
de liderazgo y comunicación,
cooperación, papeles y reglas
sociales (Zarbatany, Hartmann
y Rankin, 1990).
El grupo de pares enseña a
los niños a relacionarse en sociedad
–adaptar sus necesidades
y deseos a los de los otros,
a saber cuando ceder y cuándo
mantenerse firmes–. También
les ofrece seguridad emocional.
A los niños les tranquiliza
saber que no son los únicos
que albergan pensamientos que
podrían ofender a un adulto.
El grupo de pares también
puede ejercer efectos negativos.
Para formar parte del grupo, se
espera que el niño acepte los
valores y normas de conducta
de los pares; y aún cuando esto
pudiera resultar indeseable, los
niños muchas veces no tienen
la fuerza para resistirse. Normalmente
ocurre en compañía
de los pares cuando los chicos
hurtan en las tiendas, empiezan
a consumir drogas y actúan
antisocialmente.
Otra influencia negativa del
grupo de pares puede ser la
tendencia a reforzar prejuicios:
actitudes desfavorables
hacia los extraños, sobre todo
hacia los miembros de ciertos
grupos raciales o étnicos.
Popularidad
La popularidad cobra mayor
importancia en la niñez
intermedia. Los niños pasan
mayor tiempo con otros niños
infantes, y las opiniones de los
pares influyen mucho en su
autoestima. Las relaciones con
los pares en la niñez intermedia
son muy buenos indicadores
de adaptación posterior
(Masten y Coatworth, 1998).
Los niños populares por lo
común tienen buenas habilidades
cognoscitivas, desarrollan
al máximo su potencial,
son buenos para resolver
problemas sociales, ayudan
a otros niños y son asertivos
sin resultar problemáticos o
agresivos. Son dignos de confianza,
leales y transparentes y
ofrecen apoyo emocional. Sus
habilidades sociales superiores
hacen que los demás disfruten
de estar con ellos (Masten y
Coatsworth, 1998; Newcomb
et al., 1993). Sin embargo este
cuadro no es una verdad
universal.
Salud Mental
Aunque la mayoría de los
niños tiene un grado de adaptación
emocional bastante
elevado, se considera que uno
de cada cinco chicos de entre
9 y 17 años padecen trastornos
mentales, susceptibles
de diagnosticarse, los cuales
generan cierta interferencia en
su funcionamiento cotidiano;
y más de uno de cada diez
–cerca de cuatro millones de
niños– sufren un deterioro
funcional significativo (USDHHS,
1999c). Los más comunes
son los trastornos de ansiedad
o anímicos (sentirse triste, deprimido,
no querido, nervioso,
temeroso o solo); y trastornos
de conductas disruptiva (agresividad,
rebeldía o comportamiento
antisocial). Al parecer,
algunos problemas se asocian
con una determinada fase de
la vida del niño y desaparecen
solos; pero otros necesitan
tratarse para evitar conflictos
futuros (Achenbach y Howell,
1993; USDHHS, 1999c).
Perturbaciones emocionales
comunes
La escuela elemental canaliza,
cada vez más, a los niños
a tratamiento de salud mental.
Consideremos tres tipos comunes
de perturbaciones:
• Los trastornos de conducta
disruptiva.
• Trastornos de Ansiedad.
Fobia a la escuela.
• Depresión Infantil
Estrés y la capacidad de recuperación
Los sucesos estresantes forman parte de la niñez y la
mayoría de los niños aprende
a afrontarlos. Sin embargo, el
estrés que se vuelve abrumador
puede generar problemas
psicológicos. Los agentes
estresantes graves, como el
rapto o abuso infantil, pueden
tener efectos duraderos en el
bienestar físico y psicológico.
No obstante, algunos niños se
recuperan en forma extraordinaria
de estas experiencias
increíbles.
Agentes estresantes
de la vida moderna.
El psicólogo infantil David
Elkind (1981, 1984, 1986, 1987)
ha denominado al niño de
nuestro días “niño apurado”.
Advierten que las presiones
de la vida moderna están obligando
a los niños a crecer con
demasiada rapidez y hacen
que su niñez sea muy estresante.
En la actualidad, cabe
esperar que los niños tengan
un buen desempeño en la
escuela, compitan en deporte
y satisfagan las necesidades
emocionales de los padres.
A los niños se les expone a
muchos problemas de los
adultos en la televisión y en
la vida real, antes que hayan
dominado los problemas de la
niñez. Saben de sexualidad y
violencia y, a menudo, deben
cargar con responsabilidades
de los adultos (Fowler,
Simpson y Schoendorf, 1993;
G.A. Simpson y Fowler, 1994).
El apretado programa de su
ritmo de vida también puede
resultar estresante (Hofferth
y Sandberg, 1998). Sin embargo,
los niños no son adultos
pequeños. Sienten y piensan
como niños, y necesitan años
de infancia para tener un
desarrollo saludable.
En razón de la cantidad de
estrés a la que están expuestos
los niños no debería sorprender
que se preocuparan tanto.
La ansiedad en la niñez ha
aumentado mucho (Twenge,
2000). Los temores al peligro y
la muerte son los miedos más
constantes a todos las edades
de la niñez (Gullone, 2000).
A los niños que crecen
rodeados de violencia suele
dificultárseles concentrarse
y dormir. Algunos se vuelven
agresivos y otros llegan a considerar
como normal la brutalidad.
Muchos no se permiten
establecer vínculos con otras
personas, por temor a sufrir
más perjuicios y perdidas
(Garbarino et al., 1992, 1998).
II ESTRÉS
El estrés es un proceso, una
secuencia de eventos que conduce
a un fin concreto.
Se define como: “un desequilibrio
sustancial entre la
capacidad de demanda (física
y/o psicológica) y la capacidad
de respuesta, en condiciones
en las que el fracaso en la satisfacción
de dicha demanda tiene
consecuencias importantes”
(McGrath, 1970, p. 20). Según un
modelo sencillo propuesto por
Mcgrath, el estrés consiste en
cuatro fases interrelacionadas.
Fase 1
Demanda medioambiental
física y psicológicat
Fase 2
Percepcisón individual de las
demandas medioambientales
(cantidad de amenaza física
o psicológica percibida)
t
Fase 3
Respuesta
(física y psicológica)
• Arousal
• Estado de ansiedad
(cognitivo y somático)
• Tensión muscular
• Cambios en la atención
t
Fase 4
Conducta
(rendimiento o resultado)
¿Qué es el estrés?
El estrés es una sensación
que creamos al reaccionar a
ciertos eventos. Es la manera
en que el cuerpo se enfrenta a
un reto y se prepara para actuar
ante una situación difícil
con enfoque, fortaleza, vigor y
agudeza mental.
Los eventos que provocan
el estrés cubren una variedad
de situaciones, desde verse en
peligro físico hasta hacer una
presentación en clase o tomar
un semestre con la asignatura
más difícil.
El cuerpo humano responde
a estas situaciones activando
el sistema nervioso y ciertas
hormonas. El hipotálamo
envía señales a las glándulas
adrenales para que produzcan
más adrenalina y cortisol
y envíen estas hormonas al
torrente circulatorio. Estas
hormonas aumentan la frecuencia
cardiaca, la frecuencia
respiratoria, la presión arterial
y el metabolismo. Todos estos
cambios físicos preparan a
la persona para reaccionar
rápida y eficazmente cuando
siente tensión emocional.
Esta reacción se conoce
como respuesta al estrés.
Cuando funciona como es debido,
esta reacción es la mejor
forma para que la persona
funcione bajo presión. Pero
la respuesta al estrés también
puede causar problemas cuando
es extrema.
El estrés bueno
y el estrés malo.
La respuesta al estrés
(respuesta de combate o fuga)
es crítica en situaciones de
emergencia, como cuando un
conductor tiene que frenar
el auto repentinamente para
evitar un accidente. También
se activa en una forma más
sencilla cuando la persona
esta tensa, aunque no corra
peligro. Como cuando tu batazo
puede ganar el juego; cuando
te preparas para una fiesta
o cuando estas haciendo un examen final. Un poco de estrés
de este tipo puede ayudar
a mantenerte atento, listo para
hacerle frente a cualquier reto.
Y el sistema nervioso vuelve
a su normalidad, listo para
responder de nuevo cuando
sea necesario.
Pero es estrés no es siempre
una reacción a cosas
inmediatas o momentáneas.
Eventos progresivos o a largo
plazo, como un divorcio o el
traslado a un nuevo vecindario
o escuela, también puede
causar estrés. Las situaciones
a largo plazo pueden producir
un estrés de poca intensidad,
pero perdurable, ocasionando
dificultades a la persona. El
sistema nervioso siente una
tensión continua y se mantiene
relativamente activo a fin
de continuar liberando hormonas
adicionales durante un
periodo de tiempo prolongado.
Esto puede agotar a las reservas
del cuerpo, haciendo que
la persona se sienta agotada o
abrumada, debilitando el sistema
inmunológico del cuerpo y
ocasionando otros problemas.
(Ver tabla comparativa arriba)
¿Qué causa una
sobrecarga de estrés?
cantidad de estrés puede ser
buena, una sobrecarga es algo
aparte, nadie se beneficia por
demasiado estrés. Por ejemplo,
tener un poco de estrés por
que tienes un examen puede
motivarte a estudiar más.
Cuando el examen te causa
mucho estrés, te concentras
menos en la materia que necesitas
aprender. Las presiones
que son extremadamente
intensas, que perduran por
mucho tiempo, o los problemas
que hay que afrontar sin ayuda, pueden ocacionar
una sobrecarga de estrés. A
continuación mencionamos
situaciones que pueden ser
agobiantes si continúan por
largo tiempo:
1. Ser victima de intimidación,
o estar expuesto a violencia
o lesiones físicas.
2. Relaciones tensas, conflictos
familiares, la tristeza ocasionada
por un corazón quebrantado,
o el fallecimiento
de un ser querido.
3. Problemas continuos en
la escuela ocasionados por
una dificultad de aprendizaje,
trastornos de la falta de
atención por hiperactividad,
el cual deja de causar estrés
una vez que se reconoce y se
trata con apoyo adecuado.
4. Estar siempre apurado, no
tener tiempo para descansar
o relajarse, y estar siempre en
movimiento.
Algunas veces el estrés es
extremo y necesita atención
especial. El trastorno del estrés
postraumático es una reacción
muy fuerte que puede producirse
en personas que han pasado
por una situación extremadamente
traumática, como un
accidente automovilístico grave,
un desastre natural como un
terremoto, o una agresión como
una violación sexual.
Algunas personas tienen
problemas de ansiedad que causan reacciones extremas
de estrés, convirtiendo pequeñas
dificultades en crisis mayores.
Si una persona se siente
tensa, enojada o preocupada
con frecuencia, es posible que
sufra ansiedad. Los problemas
de ansiedad generalmente
necesitan atención, y muchas
personas buscan la ayuda de
un consejero profesional para
superarlos.
Señales de sobrecarga
de estrés.
Las personas que están pasando
por una sobrecarga de
estrés muestran algunos de los
siguientes síntomas:
• Ansiedad o ataques de
pánico.
• Constante presión, confusión
y apresuramiento.
• Irritabilidad y melancolía.
• Síntomas físicos: problemas
estomacales, dolores de cabeza
y dolores de pecho.
• Reacciones alérgicas: eczema
y asma.
• Problemas del sueño.
• Beber en exceso, comer en
exceso, fumar o usar drogas.
• Tristeza o depresión.
EL ESTRÉS BUENO
• Alta Productividad
• Actitud Positiva
• Entusiasmo
• Agilidad Mental
• Alta Creatividad
• Optimismo
• Fortaleza Física
• Optimas Relaciones
• Resistencia a Enfermedad
EL ESTRÉS MALO
• Baja Productividad
• Irritabilidad
• Falta de Concentración
• Baja Creatividad
• Mala Comunicación
• Pesimismo
• Depresión, Fatiga
• Enfermedad
• Accidentes
Continuará